[This article is also available in English. Thanks to Pensar for the Spanish translation.]
La pandemia del COVID-19 aún no ha terminado. A pesar del éxito de las vacunas, las personas continúan contrayendo la enfermedad. La mayoría de los casos corresponden a personas no vacunadas, pero incluso aquellas que han sido vacunadas por completo pueden tener infecciones “irruptivas”. El alivio parece estar a la vista. Dos nuevos medicamentos antivirales prometen un tratamiento eficaz en forma de píldora. Los estudios clínicos controlados aleatorios bien diseñados en pacientes infectados recientemente que tienen factores de riesgo han demostrado que ambos fármacos reducen en gran medida el riesgo de enfermedad grave y hospitalización.
Es interesante que los nuevos medicamentos hayan sido desarrollados por Merck y Pfizer, las mismas empresas que desarrollaron las vacunas más eficaces. El molnupiravir de Merck introduce mutaciones en el genoma viral durante la replicación viral. ¿Podría causar mutaciones en el ADN humano? ¿Sería riesgoso usarlo durante el embarazo? Paxlovid de Pfizer actúa inhibiendo una enzima que el virus necesita para replicarse. Paxlovid se combina con otro medicamento, ritonavir, para evitar que el hígado descomponga el antiviral antes de que pueda actuar.
El molnupiravir (cuyo nombre comercial es Lagevrio) ya se aprobó en el Reino Unido solo un mes después de que se demostró que disminuye a la mitad el riesgo de hospitalización en pacientes con COVID-19 leve a moderado que tenían factores de riesgo. Aún no está disponible en Estados Unidos. Poco después, Pfizer anunció que su píldora antiviral Paxlovid redujo el riesgo de hospitalización en un 89 por ciento. Otros medicamentos antivirales que se usan para tratar la enfermedad son costosos y deben administrarse por vía intravenosa en el hospital. Los nuevos medicamentos son menos costosos y se pueden tomar en casa. Esto podría ser un verdadero cambio. Pero no es una fórmula mágica, e implementar su uso en el mundo real podría ser problemático.
Quedan Preguntas
Si bien los resultados de los ensayos clínicos suenan impresionantes, aún no se han revisado por pares y quedan muchas preguntas. No se produjeron muertes en los ensayos, pero no hubo suficientes pacientes para determinar si los medicamentos podrían reducir el riesgo de muerte. En los ensayos solo se observaron efectos secundarios menores, pero sabemos por experiencia que pueden surgir efectos secundarios graves en un medicamento después de su aprobación, cuando más personas lo toman y los usuarios no coinciden con el perfil de los sujetos de los ensayos. Todavía no sabemos si los medicamentos reducen el riesgo de que los pacientes transmitan la infección a otros o si pueden prevenir la infección si se administran a quienes han estado expuestos. Si ocurre un brote en un área, ¿sería factible administrar las píldoras a las personas vacunadas para mejorar su inmunidad y prevenir la propagación de variantes?
¿Funcionarán las nuevas píldoras contra todas las variantes de COVID-19? ¿Podrían contribuir al desarrollo de nuevas variantes? ¿Se desarrollará resistencia a los medicamentos? ¿Y si los tratamientos se combinan? ¿Los países ricos comprarán las existencias disponibles, privando a otros países de obtenerlas? Los antivacunas pueden usar la disponibilidad de estas píldoras como otra excusa para evitar la vacunación, pero la vacunación sigue siendo nuestra mejor esperanza para poner fin a la pandemia.
Régimen de tratamiento y costo
En los estudios, las píldoras se iniciaron dentro de los cinco días posteriores a la infección documentada. Se tomaron cuatro píldoras dos veces al día durante cinco días, para un total de cuarenta píldoras. Estados Unidos ha reservado 1,7 millones de tratamientos (pendientes de aprobación) a un costo de 700 dólares por paciente tratado. Ambas empresas han solicitado una autorización de uso de emergencia (EUA) en los Estados Unidos.
La implementación puede ser problemática
Imagina este escenario: un paciente desarrolla síntomas que cree que podrían deberse al COVID-19. Tienen dificultades para organizar una prueba, y cuando finalmente se hace la prueba, tiene que esperar un par de días para obtener los resultados. Si la prueba es positiva, debe concertar una cita con un médico para obtener una receta y luego encontrar una farmacia que tenga las píldoras en existencia. Para cuando recibe las píldoras, han pasado más de cinco días. Es posible que el seguro no pague.
Para que las nuevas píldoras sean una opción práctica, las personas tendrían que estar bien informadas sobre los síntomas que sugieren COVID-19 y tendrían que tener fácil acceso a una prueba casera confiable y económica (idealmente, ya tendrían dicha prueba en casa lista para usar). Tendrían que tener acceso rápido a un médico que les recetara las píldoras, y su farmacia local tendría que tener un suministro listo. Si el seguro no lo cubriera, tendrían que poder pagarlo. ¿Sería factible para todos tener un suministro en casa en caso de que lo necesiten en una fecha futura?
Conclusión: se justifica un optimismo cauteloso; mantente al tanto
El desarrollo de píldoras para tratar el COVID-19 es realmente emocionante, pero aún es temprano, demasiado pronto para comenzar a celebrar. Hay demasiadas preguntas sin respuesta que solo pueden abordarse mediante más ensayos clínicos. Con demasiada frecuencia, los primeros informes positivos van seguidos de negativos; pero si por alguna razón estas dos píldoras no funcionan, podemos esperar que le sigan otras más efectivas. ¡Mantén los dedos cruzados y estad atentos!